«No es el gran salto adelante que esperábamos desde hace años». Investigadores y científicos de primera línea consultados por ABC se muestran escépticos respecto a los efectos de la nueva Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación que hoy aprueba el Parlamento. Las opiniones recabadas coinciden en que la nueva norma «solo tapa algunos agujeros» que se han abierto desde que se aprobó la ley vigente, de 1986, pero «no resuelve los problemas de fondo», que son la falta de financiación y el fomento de la competitividad.
El presidente de la Confederación de Sociedades Científicas de España (Cosce), Joan Guinovart, la considera un «paso importante» en aspectos como la transferencia de tecnología o la movilidad de científicos, pero cree que «no se atreve» con una reorganización del sistema, que «habrá que hacer en algún momento».
A su juicio, tampoco evita que vengan investigadores a España o que los españoles permanezcan o vuelvan a su país, porque «el sistema por defecto es el funcionariado, que no es el más atractivo». Valora, no obstante, la nueva Agencia Estatal de Investigación, así como el consenso político que se ha alcanzado.
Josep Maria Gatell, responsable del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Clínico y uno de los mayores expertos en sida en todo el mundo, celebra aunque «con moderación», el nuevo marco legal, ya que «no transforma el modelo». «No se puede implantar a coste cero», denuncia, y critica que el texto «no vaya acompañado de la dotación económica necesaria». «No habrá un antes y un después porque no supone un cambio radical en la estructura», apunta. Otra deficiencia, añade, es que «la carrera científica sigue siendo funcionarial y no de competencia». Y aunque se crea la Agencia Estatal, lamenta que tarde un año. «En política es mucho», concluye.
Sin dotación económica
El investigador Manuel Esteller, responsable del Programa de Epigenética y Biología del Cáncer del Instituto de Investigación Biomédica del Hospital de Bellvitge, desconfía de una ley que «no va acompañada de una dotación económica significativa». Esteller no esconde su escepticismo respecto al impacto de la norma, aunque reconoce que «la idea de promocionar la ciencia en círculos políticos es siempre buena». Destaca que su principal miedo es «que encorsete su tarea y suponga una carga adicional a los excesos burocráticos y condiciones imperantes en ciertos ambientes. como la Universidad y el CSIC».
Es lamentable que solo se tapen agujeros, hay que actuar de otra forma
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