miércoles, 18 de mayo de 2011

Esperando al tiburón solrayo en Canarias














Mide más de cuatro metros de longitud, pesa unos 400 kilogramos y hasta hace unos años sólo había sido avistado vivo en la isla colombiana de Malpelo. Pero el tiburón solrayo ('Odontaspis ferox') se ha hecho un asiduo de las Islas Canarias. Desde 2006 ha sido observado en la Reserva Marina del Mar de las Calmas en la isla de El Hierro, donde ha reaparecido cada verano.

El investigador del Centro Oceanográfico de Canarias del Instituto Español de Oceanografía (IEO) Pedro J. Pascual Alayón prepara ya el seguimiento de esta enigmática especie, que se espera que llegue también este verano a las islas canarias. Los científicos esperan obtener más información sobre esta desconocida especie, incluida en la lista roja de la UICN en situación vulnerable.

El pasado verano, el fotógrafo submarino Francis Pérez llevó a cabo la más larga observación que nunca se haya hecho del tiburón solrayo. Los días 7 y 8 de agosto, se avistó, por quinto año consecutivo en la zona.

Estresados por los buceadores

Los científicos creen que habita a profundidades entre 400 y 1.000 metros y que, sólo las hembras,cada dos años, emergen a aguas costeras para alumbrar a sus crías. Hasta que en 1999 se observara al solrayo en las costas de la isla colombiana de Malpelo, jamás se le había observado vivo. “Su presencia generó una avalancha de buceadores que querían ver y filmar al animal”, explica Pedro J. Pascual Alayón. "Al principio era muy manso, dejándose incluso tocar, y, ahora, en cuanto detecta a un submarinista huye", añade.

Los avistamientos coinciden con el alumbramiento de sus crías. "El solrayo es una especie con un crecimiento muy lento. Puede llegar a vivir más de 40 años, su reproducción es bianual y cada hembra se cree que alumbra dos ejemplares en cada ocasión, lo que hace todavía más delicado el momento", subraya Pascual.

La especie ya había sido citada en aguas canarias. Los pescadores lo conocen como sarda. Se han registrado varias capturas accidentales de esta especie, especialmente en las islas occidentales donde existe un talud pronunciado y rocoso.

Los investigadores alertan del estrés que el buceo puede llegar a causar a la especie por lo que piden que se gestione y se temporalice esta actividad, estableciendo un tiempo máximo de observación, haciendo cupos y elaborando una lista de espera para buceadores.

No había oído hablar de este tiburón y aún menos sabía que se le hubiese visto en Canarias.
¡¡Habrá que tener cuidado si se va este verano allí!!

 

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