Fenómenos que se producen entre los átomos y las moléculas tienen también lugar en las redes que se establecen entre las personas, dando lugar en ocasiones a fenómenos sociales emergentes que ciencias como la Física pueden ayudar a entender. Así lo asegura Maximino San Miguel Ruibal, de la Universidad de las Islas Baleares, considerado un referente internacional en Física Estadística y que acaba de ser galardonado con la medalla de la Real Sociedad de Física Española y la Fundación BBVA.
San Miguel, físico estadístico, hace tiempo que estudia comportamientos sociales bajo la misma lupa que se utiliza para entender la física de partículas y sus conclusiones, asegura, "podrían ser de gran utilidad para que los políticos entiendan que hay fenómenos que aparecen en la sociedad de forma emergente, sin que nadie las provoque por detrás".
En los últimos trabajos desarrollados con su equipo, el catedrático ha constatado que, al igual que un átomo es igual a otro en un proceso de magnetismo o en otro de congelación del agua al bajar la temperatura, "en los fenómenos sociales la psicología individual no es relevante".
Como investigador recordaba que hace tiempo que Robert Axelrod, un matemático asesor de Bill Clinton, ya propuso que para que interaccionen dos personas deben tener homofilia (cosas en común) y que fruto de esa relación dentro de una red se volverán más parecidas. Si este fenómeno fuera así, al final se llegaría a la uniformidad cultural global.
Sin embargo, existe la polarización, la diversidad cultural. Gracias a modelos informáticos, los físicos observaron que cuantos más rasgos culturales se permiten dentro de un grupo, más fácil es la coexistencia de diferentes valores culturales. En cambio, a menos rasgos, más uniformidad.
Fue así como se descubrió, por ejemplo, que en la Universidad de Tarragona, la Administración sólo se comunicaba entre sí, nunca con sus administrados.
"La coevolución tiene en cuenta que interaccionamos con los vecinos o los más afines, pero también que podemos romper en enlace y buscar otros compañeros sociales, llegando a crear una red diferente. Por ello el sistema de Axelrod no es robusto y que cambios aleatorios, no controlados, evitaban la uniformidad cultural. Las personas, de este modo, cambiamos las estructuras sociales como resultado de cambios en las redes", señala el catedrático.
Estos estudios, afirma, "sirven para dar más racionalidad al debate social, porque uno escucha a los políticos y resulta difícil diferenciar una correlación de una causa-efecto, dando a entender que un hecho lleva a otros, y no siempre es así, el fenómeno social no funciona siempre como dice la intuición".
El investigador también ha analizado qué ocurre cuando en un sistema interfieren factores externos, como los medios de comunicación de masas o agentes políticos: "Si envías un mensaje radical, lo escuchará la gente más cercana a ese mensaje, pero provocarás rechazo del resto, polarizarás. Por ello en periodos electorales, los candidatos suavizan sus eslóganes.
"Axelrod era asesor de Clinton, pero aquí los políticos no tienen interés en estos análisis. Es un desafío. Hoy, lo que menos entendemos es como funciona el comportamiento colectivo y es un teme en el que los físicos no podemos aportar las leyes, pero si una actitud, una pasión por entender lo que no se entiende y una gran capacidad crítica", concluye.
San Miguel, físico estadístico, hace tiempo que estudia comportamientos sociales bajo la misma lupa que se utiliza para entender la física de partículas y sus conclusiones, asegura, "podrían ser de gran utilidad para que los políticos entiendan que hay fenómenos que aparecen en la sociedad de forma emergente, sin que nadie las provoque por detrás".
En los últimos trabajos desarrollados con su equipo, el catedrático ha constatado que, al igual que un átomo es igual a otro en un proceso de magnetismo o en otro de congelación del agua al bajar la temperatura, "en los fenómenos sociales la psicología individual no es relevante".
Sistemas autoorganizados
"Como físicos intentamos estudiar procesos colectivos y fenómenos emergentes por la interacción de muchos nodos y al final el todo es más que la suma de las partes. Es el mismo caso que los movimientos en cascada en el norte de África o las convocatorias a manifestaciones por móviles y redes sociales. No las convoca nadie en concreto. Es un sistema aislado que se autoorganiza. Un mensaje externo, lo polarizaría", afirmaba San Miguel, pocos días antes de que se extendieran las concentraciones de la plataforma Democracia Real Ya!.Como investigador recordaba que hace tiempo que Robert Axelrod, un matemático asesor de Bill Clinton, ya propuso que para que interaccionen dos personas deben tener homofilia (cosas en común) y que fruto de esa relación dentro de una red se volverán más parecidas. Si este fenómeno fuera así, al final se llegaría a la uniformidad cultural global.
Sin embargo, existe la polarización, la diversidad cultural. Gracias a modelos informáticos, los físicos observaron que cuantos más rasgos culturales se permiten dentro de un grupo, más fácil es la coexistencia de diferentes valores culturales. En cambio, a menos rasgos, más uniformidad.
Adaptación y evolución
Uno de los fenómenos que ha aportado a este esquema el equipo de San Miguel es el de la 'coevolución' en las redes de personas: "Las partículas físicas no cambian por la retroalimentación de un fenómeno que emerge, los átomos siguen siendo iguales; pero en la sociedad nos adaptamos y cambiamos. Con estudios de sms o correos electrónicos se han visto como funcionan los enlaces entre comunidades", explica.Fue así como se descubrió, por ejemplo, que en la Universidad de Tarragona, la Administración sólo se comunicaba entre sí, nunca con sus administrados.
"La coevolución tiene en cuenta que interaccionamos con los vecinos o los más afines, pero también que podemos romper en enlace y buscar otros compañeros sociales, llegando a crear una red diferente. Por ello el sistema de Axelrod no es robusto y que cambios aleatorios, no controlados, evitaban la uniformidad cultural. Las personas, de este modo, cambiamos las estructuras sociales como resultado de cambios en las redes", señala el catedrático.
Estos estudios, afirma, "sirven para dar más racionalidad al debate social, porque uno escucha a los políticos y resulta difícil diferenciar una correlación de una causa-efecto, dando a entender que un hecho lleva a otros, y no siempre es así, el fenómeno social no funciona siempre como dice la intuición".
El investigador también ha analizado qué ocurre cuando en un sistema interfieren factores externos, como los medios de comunicación de masas o agentes políticos: "Si envías un mensaje radical, lo escuchará la gente más cercana a ese mensaje, pero provocarás rechazo del resto, polarizarás. Por ello en periodos electorales, los candidatos suavizan sus eslóganes.
Líderes, conformistas y explotadores
Otro de los análisis, bajo su mirada minimalista de físico, ha sido sobre los roles: el de los líderes, que no son ni más listos ni más tontos, sino los que más interacciones sociales tienen con sus entornos, y por tanto son más cooperantes; el de los conformistas, que cooperan, pero no gana mucho con ello; y el de los explotadores, que hacen los que les conviene en el ámbito individual y sacan un gran provecho de ello."Axelrod era asesor de Clinton, pero aquí los políticos no tienen interés en estos análisis. Es un desafío. Hoy, lo que menos entendemos es como funciona el comportamiento colectivo y es un teme en el que los físicos no podemos aportar las leyes, pero si una actitud, una pasión por entender lo que no se entiende y una gran capacidad crítica", concluye.
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