Asegura que los sismólogos del país estaban equivocados en sus predicciones, lo que ha impedido proteger la central de Fukushima
Un mes después de que un terrible terremoto de magnitud 9 y un posterior tsunami asolaran Japón, en lo que fue el mayor desastre de este tipo en la historia del país, la metodología utilizada por las autoridades del país para prevenir los seísmos ha sido puesta en cuestión. Robert J. Geller, investigador del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Tokio, ha acusado al gobierno nipón utilizar un método «defectuoso» para hacer previsiones de movimientos telúricos a lago plazo que, a su juicio, son completamente «inútiles» y suponen «una pérdida de tiempo». El científico ha pedido a los sismólogos japoneses que dejen de esperar al ya famoso terremoto de Tokai, un gran seísmo que se produciría cada cien o 150 años y que se espera en la costa sudeste de Japón. Geller, que expone sus críticas en la última edición de la revista Nature, considera incluso que si Japón hubiera utilizado un método distinto, hubiera podido predecir que el terremoto de Tohoku del 11 de marzo -en el que hasta la fecha han muerto más de 13.000 personas y otras 14.300 permanecen desaparecidas-, aunque, matiza, conocer el momento en que se produjo, el epicentro exacto y su magnitud hubiera sido imposible.
Geller asegura que los mapas nacionales de amenaza sísmica realizados por el gobierno japonés tienen una base científica «obsoleta». Cada año, las autoridades presentan un nuevo mapa con los puntos «calientes» de riesgo, pero, desde 1979, los terremotos que han causado diez o más muertos en la isla han ocurrido en lugares designados como de «bajo riesgo». El científico incluso aboga por la derogación de la ley de contramedidas contra los grandes terremotos, que responde a las iniciales LECA, porque supone, «implícitamente y sobre la base de escasas pruebas», que es posible prevenir un terremoto con unas horas o días de antelación. El investigador no está de acuerdo en absoluto y considera que el gobierno japonés debería admitirlo públicamente.
Fukushima podría haber sido preparada
A su juicio, si en vez de haber utilizado esta metodología «errónea» se hubiera tenido en cuenta como base para la estimación de riesgos la sismicidad global y el registro histórico de Tohoku -como el tsunami de 38 metros de 1896-, el terremoto en ese lugar podría haber sido fácilmente previsto, aunque, por supuesto, no podría señalarse ni la fecha en la que produciría ni su epicentro ni su magnitud. «Las contramedidas para hacer frente (al seísmo) podrían y deberían haberse incorporado plenamente en el diseño inicial de la central nuclear de Fukushima», afirma.
El científico recuerda que todo Japón se encuentra en riesgo de terremotos, y que «las futuras investigaciones en sismología deberían tener una base sólida en física, imparcialmente examinada, y ser guiadas por los mejores científicos de Japón y no por burócratas sin rostro».
El autor también se refiere al terremoto de Tokai, algo así como el «big one» que se espera en la costa sudeste de Japón y que produce 1,78 millones de resultados en lenguaje japonés en Google. Considera que esta «profecía» confunde a los ciudadanos, que temen que un movimiento de al menos magnitud 8 ocurra inexorablemente en el futuro. Para Geller, semejante término «debería ser eliminado».
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