miércoles, 13 de abril de 2011

Localizan galaxias viejas en un Universo joven

Los astrónomos, utilizando telescopios terrestres y espaciales, acaban de descubrir un nuevo misterio al que buscar respuesta: tan sólo 200 millones de años después del Big Bang que dio origen al Universo, ya existían las galaxias.

Este hallazgo es un reto para las teorías sobre cuándo surgieron las galaxias y podría ayudar a resolver el misterio de cómo la niebla de hidrógeno del Universo primitivo se fue aclarando, según asegura el responsable del equipo investigador, el francés Johan Richard, del Observatorio de Lyon, que ha publicado los resultados en la 'Review Astronomical Society'.

El equipo de Richard detectó la galaxia tras unas recientes observaciones del telescopio espacial Hubble, puesto en órbita por la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA), que se verificaron luego con otro satélite, el Spitzer.

Lo curioso es que esta galaxia se hizo visible a través de un racimo de galaxias llamado Abell 383. "Por una coincidencia, este cúmulo está muy próximo a la misma línea de mirada de la galaxia lejana y opera como una lente gravitatoria, una especie de enorme telescopio proporcionado por la propia naturaleza", explica Rafael Bachiller, director del Observatorio Astronómico Nacional.
Descomposición de la luz

Después de detectarla con los satélites espaciales, el equipo utilizó el espectroscopio del telescopio Keck-II, en Hawai (EE. UU.) para descomponer la luz en sus diferentes colores. El análisis de ese espectro es el que permitió al equipo determinar lo que se denomina corrimiento al rojo, un fenómeno que permite saber la distancia de objetos muy lejanos por su radiación electromagnética. En este caso, era de 6,027, lo que significa que los astrónomos observaban el Universo de hace 950 millones de años.

No era pues la galaxia más primitiva detectada, pues se ha localizado una de 8,6 (unos 600 millones) y hay otra, de momento solo posible, de un índice de 10 (400 millones). Sin embargo, ésta es especial por algo distinto de su edad: hasta ahora, las más primitivas brillaban intensamente porque sus estrellas son jóvenes, pero no es el caso de la nueva. La observación del infrarrojo por el Spitzer reveló que la galaxia es sorprendentemente vieja y sus estrellas más débiles de lo que era esperable.

"Esto significa que hay estrellas que parecen tener 750 millones de años, luego si las observamos a 950 millones, quiere decir que su origen fue 200 millones después del Big Bang, un momento excesivamente temprano que podría entrar en conflicto con las ideas estándar sobre la evolución temprana del Universo", afirma Bachiller.

Los astrónomos pueden saber la edad de las estrellas por la cantidad de hidrógeno y otros elementos que contienen sus radiaciones. Con mucho hidrógeno son jóvenes, pero a medida que lo consumen los astros se metalizan, hasta el punto que pueden tener planetas, como ocurre con el Sol.

"Todo parece indicar que el Universo primitivo contiene galaxias sorprendentemente evolucionadas. La formación de estrellas y galaxias debió ser muy eficaz y muy rápida en las etapas primeras tras el Big Bang", concluye el astrónomo español.
El Universo pierde la niebla

Por otro lado, el descubrimiento puede ayudar a explicar cómo el Universo fue aclarándose en los primeros 1.000 millones de años después del Big Bang. En aquella infancia cósmica, una difusa niebla neutral de hidrógeno bloqueó la luz ultravioleta. Alguna fuente de radiación debió ionizar progresivamente ese gas, aclarando la niebla para hacerla transparente a los rayos ultravioleta, proceso que se llama reonización.

Los astrónomos creen que esa radiación tuvo que venir de las galaxias, aunque hasta ahora no se había encontrado ninguna que generara la suficiente. Ahora, quizás se tenga la respuesta: si había más galaxias en el Universo primitivo de lo que se pensaba, y por ello muy pronto fueron viejas y débiles, y por tanto difíciles de observar, podrían haber proporcionado la radiación suficiente para aclarar esa neblina.

De momento, la única forma de llegar a descubrirlas es utilizando racimos masivos de galaxias que actúan como telescopios cósmicos. Quizás el futuro Telescopio Espacial James Webb, que se lanzará en esta década, y que estará especializado en observación de objetos distantes, logre dar respuesta a este misterio.

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