Las olas rompen a los pies del muro de ocho metros de altura que protege la central nuclear de San Onofre. Los dos reactores usan el agua del mar para refrigerarse, ante la mirada cómplice de decenas de surfistas que acuden a diario a su playa favorita del sur de California, a medio camino entre Los Ángeles y San Diego, en las inmediaciones de la falla geológica de Cristianitos y en una zona de alta actividad sísmica.
Las dos "jorobas" de la central, visibles desde la autopista número 5, parecen aún más vulnerables vistas desde la orilla. San Onofre fue construida para soportar temblores de magnitud siete en la escala Richter, pero no hace falta echarle mucha imaginación para pronosticar lo que ocurriría ante un "tsunami" como el de Japón.
Paul Díaz trabajó hasta el año pasado en la central hasta que fue despedido por denunciar las preocupaciones sobre la seguridad de los propios empleados. Y aunque admite que San Onofre está mejor preparada ante un desastre que Fukushima, lo que realmente le preocupa es "la seguridad de cada día".
Actuó en nombre de sus compañeros
Díaz –35 años, de origen dominicano, ex miembro de los Marines- ejercía como gerente de administración en la central cuando se le ocurrió hacerse eco de las quejas por "fatiga laboral". Los propios trabajadores advertían que las jornadas prolongadas y los turnos excesivamente largos afectaban a su nivel de alerta y podían llegar a comprometer la seguridad.
"Cuando trasmití la preocupación del personal a mis superiores, la respuesta fue: "Ellos no necesitan que te hagas el superhéroe"", asegura Díaz. "Volví a mi trabajo, pero al poco tiempo me enteré de que se había dado orden a los trabajadores para no elevaran sus quejas a nadie fuera de la cadena de mando".
Fue entonces cuando Díaz acudió directamente a los inspectores federales y denunció la situación a la Comisión Regulatoria Nuclear (NRC): "Está claro que en San Onofre no existe eso que los expertos llaman un "ambiente consciente de seguridad". Si tienen miedo a hablar, los trabajadores pueden decidir que es mejor no informar de la existencia de una filtración o de una fuga de vapor".
"A mí me despidieron como represalia", asegura el ex gerente de la central. "Durante diez años tuve un expediente sin tacha y ellos mismos me habían promocionado meses antes. Yo cumplí con mi deber, porque una central no es 100% segura si el nivel de alerta no se mantiene entre los trabajadores".
El caso ya se encuentra en los tribunales
Díaz ha llevado a los tribunales a la central de San Onofre, y su abogada Maria Severson confía que su caso sirva para extremar las medidas de seguridad en las 65 centrales norteamericanas tras el accidente de Fukushima.
""Si ves algo, di algo", ésa debería ser la regla número uno de seguridad en cualquier central nuclear", asegura Maria Severson. "La manera más obvia de garantizar la seguridad es mantener abierta la comunicación entre los trabajadores, y no intentar silenciarlos".
"En marzo del 2010, la Comisión Regulatoria Nuclear envió una carta alertando sobre lo esencial que es mantener abierto el flujo de comunicación entre los trabajadores", recuerda Stevenson. "Nada ha cambiado desde entoces, y sólo esperamos que el caso de Paul Díaz sirva para extremar las precauciones y extremar la cultura de la seguridad, no sólo en San Onofre sino en todas las centrales nucleares".
Paul Diaz sigue viviendo (y buscando trabajo) en Oceanside, a unos 20 kilómetros de la central... "Yo me siento seguro aquí porque conozco a las personas que trabajan allí dentro y sé que los dispositivos de seguridad están entre los mejores del mundo. Pero también es cierto que existen lo que yo llamo "bolsillos de cáncer" que pueden comprometer todo el sistema. Espero que los tribunales me concedan una compensación, pero no aspiro a volver a trabajar en la central. Me conformo con que la nueva directiva tome de verdad medidas y consiga erradicar el "cáncer" en beneficio de todos".
Denuncias previas en San Onfre
Otros dos supervisores de San Onofre, Rick Busnando y Mike Mason, denunciaron en el 2009 a la compañía Southern California Edison alegando que fueron despedidos por revelar violaciones de las normas de seguridad en San Onofre, que ha sido apercibida en varias ocasiones por la Comisión Regulatoria Nuclear.
El portavoz de la central, Gill Alexander, no ha respondido a los emails de elmundo.es para ofrecer su versión sobre el caso Díaz. En declaraciones a la cadena ABC, Miller sostiene que su despido estuvo relacionado con su "rendimiento" en el trabajo. Según Alexander, la compañía ha tomado las "medidas oportunas" para responder a la carta del NCR que alertaba sobre las preocupaciones del personal y el medio a represalidas por cuestionar la seguridad de la central.
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