El agua del río Ebro, el más caudaloso del país, está 'recalentada' en muchos kilómetros de su cauce, del entorno de la central nuclear de Garoña (Burgos). Así lo asegura un informe técnico encargado por Greenpeace, que acusa a los responsables de esta instalación de falsear los datos y exige su cierre inmediato. Según su denuncia, el agua se calienta 10ºC más del máximo autorizado por la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE).
Los datos sobre la temperatura fueron recogidos por la empresa independiente ANBIOTEK el pasado 9 de febrero. Las muestras se hicieron en 10 enclaves diferentes a lo largo de 19 kilómetros, desde unos 10 kilómetros antes de la central hasta otros seis kilómetros cauce abajo.
La central nuclear de Garoña, situada junto al Ebro, se refrigera mediante la captación de 24 metros cúbicos agua del río por segundo, que luego vuelven al cauce. Cuando se construyó, su compromiso con la CHE fue que no podría superar en 3ºC la temperatura del agua retornada.
Y según los datos que mensualmente envía a este organismo, es así, pero, según Greenpeace, están falseados. "Desde la Confederación señalan que los controles los hacen los responsables de la central, pero Greenpeace contrató a una empresa que ha demostrado que sus datos no son ciertos. Por ello, lo vamos a denunciar judicialmente y por ello exigimos su cierre", señala Carlos Bravo, responsables de la campaña Nuclear de la organización.
De hecho, el informe enviado por la empresa Nuclenor (propiedad de Iberdrola y Endesa) indic que el valor medio mensual en Quintana, que está aguas arriba de la central, es incluso más caliente (7,3ª) que en el embalse de Sobrón (6,9º).
Pero los datos de ANBIOTEK reflejan que incluso dos kilómetros antes de llegar a Garoña el agua ya ha pasado de 6,6ºC a 13ºC, que en la zona del vertido se llegan a los 24ºC y que a los cuatro kilómetros cauce abajo la temperatura es superior a los 21ºC. Este calentamiento del agua, según Bravo, afecta gravemente al ecosistema, que está totalmente alterado.
Para la organización se trata una contaminación térmica muy grave por lo que ha pedido a la ministra de Medio Ambiente, Rosa Aguilar, "que revoque de forma inmediata la autorización de vertido de aguas de refrigeración de la central nuclear de Garoña".
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