Cuando se ve a alguien bostezar, pensamos que la razón está en que tiene sueño o se está aburriendo. Sin embargo, el ser humano no es el único primate que lo hace y en el caso de nuestros primos genéticos más cercanos, los chimpancés, el contagioso bostezo no tiene el mismo significado: en su caso puede ser una muestra de conexión social entre individuos.
Así se deduce de la investigación realizadas en el Yerkes National Primate Research Center, en la Universidad de Emory (EEUU), que podría ayudar a los científicos a entender cómo la empatía está detrás de este mecanismo automático tanto en estos simios como en los humanos. La investigación podría también ayudar a demostrar cómo se consolida o debilita esa empatía.
Los científicos de Yerkes descubrieron que los chimpancés bostezaban más después de que congéneres familiares lo hicieran, que cuando eran bostezos de extraños, según publican en la revista 'PLoS ONE'.
Matthew Campbell y Frans de Waal proponen que cuando el bostezo se contagia entre dos chimpancés es reflejo de que entre ellos hay una empatía subyacente. "La idea es que son contagiosos por la misma razón que también lo son las sonrisas, los ceños fruncidos y otras expresiones faciales", argumentan. "Nuestros resultados apoyan la idea que el bostezo contagioso se puede utilizar como medida de empatía, porque las relaciones que observamos son similares a las que previvamente observamos en seres humanos", apuntan.
Los investigadores estudiaron 23 chimpancés adultos, que fueron separados en dos grupos. Los chimpancés vieron varios videoclips de nueve segundos de otros chimpancés, en ambos grupos, bostezando o haciendo otras cosas. Observaron que bostezaban con una frecuencia un 50% mayor cuando veían a miembros de su grupo bostezar, respecto a cuando eran los del otro quienes lo hacían.
Una ventana de conexiones sociales
En los seres humanos, los científicos ya han identificado que ciertas partes del cerebro se activan cuando alguien experimenta dolor y cuando creen que algún otro lo experimenta. Pero según estos experimentos, la gente tiende a demostrar más sensibilidad con los miembros del mismo grupo social.
Los resultados plantean la cuestión de si el bostezo contagioso entre las personas tiene la misma característica que entre los chimpancés, es decir, si favorece a los miembros del mismo grupo social.
Los expertos de Yerkes recuerdan que los chimpancés viven en pequeñas comunidades donde los desconocidos son de otro grupo social ajeno, pero entre los humanos no todos los desconocidos son extranjeros. Por ello, creen que entre chimpancés la distinción de pertenencia a un grupo es más absoluta. De hecho, los que están en estado salvaje son extremadamente hostiles a los grupos externos.
En todo caso, los autores afirman que el bostezo contagioso podría ser una ventana en conexiones sociales y emocionales entre los individuos, y sugieren que conocer la empatía de los chimpancés puede ayudar a analizarla en los seres humanos.
"La empatía es difícil de medir directamente porque es una respuesta interna, por ello la mímica emocional, como puede ser un bostezo contagioso, puede servir de medida de este comportamiento", afirma Campbell.
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